Aún cuando el trastorno por déficit de atención ha ocupado los primeros lugares en los diagnósticos emitidos tanto por psicólogos, paidopsiquiatras y neurólogos, sigue siendo un tema del cual se desconoce mucha información, sigue subdiagnosticado y por tanto los niños que lo padecen no son atendidos de manera óptima.
El TDA o trastorno por déficit de atención, es un padecimiento que afecta aproximadamente al 5% de la población, tiene un origen neurológico y consiste en la presencia de una serie de síntomas relacionados con la inatención, la hiperactividad y la impulsividad. Está incluido en el DSM-5 que es el Manual Diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales.
Las manifestaciones del trastorno por déficit de atención pueden observarse desde bebé, ya que son especialmente inquietos, piden alimento con mucha mayor frecuencia que los demás en caso de los hiperactivos o mucho menor en el caso de los inatentos.
En la etapa de lactancia, como en las siguientes, se muestran ciertas dificultades para dormir, mucho o muy poco, sueño irregular. Se irritan fácilmente, en especial ante los cambios, ya sean de rutina, de casa, o hasta de manta para dormir. Su llanto dura mucho y es especialmente irritante. La mayoría demanda mucho contacto físico y atención, desde esta etapa y en las siguientes.
Como mamá es difícil darnos cuenta de las diferencias cuando nuestros hijos presentan estas situaciones, especialmente cuando eres primeriza.
Cuando empiezan a jugar se observa que se aburren de un juguete muy rápido, buscan constantes cambios de actividad, utilizan los juguetes de forma diferente a la fueron destinados o los destruyen tratando de “ver que tienen dentro”.
Al ingreso de preescolar muestran conductas agresivas como empujar, morder, pegar, etc. Tienen baja tolerancia a la frustración, por lo que esperar su turno resulta complicado, guardar silencio mientras otros hablan o esperar para lo que sea.
La mayoría de las mamás de estos pequeños refieren estar agotadas, con muy alto nivel de estrés porque deben estar con vigilancia extrema constante, ya que son altamente impredecibles.
En un día normal, el pequeño con trastorno por déficit de atención, se levanta muy temprano, aunque sea domingo, despierta a todos en cuanto lo hace, pues requiere atención de inmediato, como se le dificulta tener empatía con los demás, no hacer ruido, por temprano que sea resulta imposible para él. En los primeros diez minutos de que despertó ya levantó a todos, fue al baño y probablemente lo dejó sucio, empezó a jugar y está pidiendo alimento… Como además son sensibles a temperaturas y texturas, son exigentes con la manera en que les preparan los alimentos. Apenas terminan de desayunar y ya quieren salir a la calle, sea a la escuela o al parque si es fin de semana, cooperan poco para cambiarse o vestirse, otros inician a jugar desde el desayuno y es difícil cambiarlos de actividad. No llevan una hora despiertos y probablemente lleven ya unas tres llamadas de atención por lo menos. Luego mamá inicia a dar instrucciones para el día: “lávate los dientes, recoge tus juguetes, pon tu ropa sucia en el bote….”, el pequeño posiblemente pondrá los juguetes en el bote de ropa sucia, dirá que se lavó los dientes aunque no lo haya hecho y la ropa sucia quedará olvidada donde estaba…
Las instrucciones son todo un problema para ellos pues revuelven los trozos de información y hacen combinaciones extrañas. Cuando logran salir al preescolar ya van tarde, es mamá la que debe asegurarse que traiga su lonchera y lo que necesite, apenas hay tiempo mientras está en la escuela para que mamá pueda hacer sus pendientes y ya debe regresar a recogerlo. Sus mamás son recibidas muchas veces con un “se puede pasar un momento por favor”…. lo que sigue es una lista interminable de quejas de lo que su pequeño hizo, querer escapar rápidamente de la escuela es un sentimiento común, al subirlo al coche y tratar de hablar con él como solicitaron en la escuela es inútil, él tiene una versión totalmente diferente de todo lo que haya sucedido, donde él será siempre inocente o víctima de lo que sea, incluso el clima. En el auto cuesta que guarde silencio, no se ha puesto el cinturón de seguridad del coche y ya quiere comer, al llegar a casa resulta que olvidó de nuevo la lonchera en la escuela, perdió el bote de agua y se trajo el suéter de otro compañero. Mientras come hace lo posible por estarse parando, puede consumir sus alimentos incluso bajo la mesa. Si tiene hermanos seguramente preferirá lo que ellos tienen, tratará de quitarles lo que tengan, disfrutará mucho de hacerlos enojar. Al final de la batalla de la hora de la comida viene hacer tarea…. resulta que olvidó el cuaderno donde la debe realizar o no se acuerda lo que debe de hacer. Mamá deberá investigar con otras mamás de sus compañeros nuevamente, conseguir otro cuaderno y sentarse con él mientras la realiza. Al hacer tarea querrá tomar agua, ir al baño, ver la tele, jugar con el perro… por lo que tarea tomará tres o cuatro veces más de tiempo que lo estimado. Seguramente tendrá una clase por la tarde, digamos futbol, por su distracción se equivocará de portería y anotará en la propia, de nuevo sus compañeros le reclamarán, el maestro lo regañará, responderá de forma agresiva o no podrá contener el llanto. De regreso a casa dejará sus huellas con pasto y tierra del campo de futbol, no habrá pasado la puerta y querrá alimento de nuevo, lo más seguro es que no se quiera bañar y ya adentro no va a querer salir, tras él quedará un buen charco con cosas tiradas. Antes de dormir estará más inquieto que lo que estuvo en todo el día y lograr que se acueste será todo un reto. Ya acostado llamará a mamá al menos tres veces, querrá agua, una historia, su manta, en fin.
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